¿Qué hay que tener en cuenta para elegir una oposición?
CEF.- ha emitido una serie de recomendaciones a tener en cuenta por todos aquellos que se estén planteando la posibilidad de presentarse a una oposición.
La oferta de empleo público abre muchas posibilidades a quienes contemplen presentarse a una oposición. A la hora de valorar si se estudia una oposición hay que considerar varios factores, como disponer de toda la información disponible, comprobar que se ajusta a nuestro perfil y circunstancias, y valorar las plazas y frencuencia de las convocatorias.
El CEF.- (Centro de Estudios Financieros) ha realizado una serie de recomendaciones dirigidas a ayudar a tomar la mejor decisión a aquellas personas interesadas en ingresar en alguno de los distintos Cuerpos de la Administración del Estado. “El mundo de la Administración Pública es amplio y complejo, y hay que tener en cuenta una serie de aspectos a la hora de decantarse por la mejor opción", señala la directora del centro.
11 preguntas que debemos hacernos antes de optar a una oposición
1. ¿Tenemos toda la información? Contar con información completa, actualizada y de calidad es muy importante para elegir con criterio la oposición más adecuada. En este sentido, la calidad de la información es tan importante como la cantidad, por lo que será importante seleccionar bien las fuentes. El BOE, las páginas web oficiales de los organismos convocantes y los centros preparadores son algunas de las imprescindibles.
2. ¿Es un programa ajustado a nuestro perfil? Es importante que el programa de la oposición esté en sintonÃa con el perfil del futuro opositor, ya sea por sus estudios, por su experiencia laboral anterior o por sus intereses y preferencias personales. De este modo le resultará más asequible la aventura que siempre supone opositar. Y no solo por la oposición en sÃ, sino también por el futuro desempeño del puesto de trabajo, una vez superada.
3. ¿Es compatible con nuestra situación personal? La alta dedicación y nivel de compromiso que representa estudiar una oposición hacen que sea incompatible con determinadas situaciones personales. Muchas oposiciones, especialmente las de grupo A1, son tan exigentes que no permiten compaginar su preparación con un trabajo u otras responsabilidades. Por eso, antes de lanzarse a elegir una oposición hay que asegurarse de que podemos permitirnos destinar varios meses o años de nuestra vida a una actividad no remunerada y muy demandante.
4. ¿Tenemos mirada de largo alcance? Al opositor le conviene pensar en el medio/largo plazo. Las oposiciones de los grupos A1 y A2 requieren mayor tiempo de preparación (de dos a cuatro años), pero también son las que ofrecen mayores expectativas de éxito si se trabajan bien. En general, las oposiciones más duras en cuanto a programa son también las que ofrecen mejores ratios de plazas convocadas por instancias presentadas, aspecto muy a tener en cuenta al elegir una oposición u otra.
5. ¿Nos deslumbran por las grandes cifras? Cuidado con el reclamo de las grandes convocatorias (a no ser que se adecuen muy bien a nuestro perfil). Muchas plazas no significa necesariamente mayores oportunidades de aprobar. Por el contrario, las convocatorias espectaculares suelen atraer a un mayor número de aspirantes y, por tanto, suelen traer consigo mayor competencia.
6. ¿Hay suficiente regularidad de las convocatorias? No todas las oposiciones son convocadas todos los años ni con el mismo número de plazas. En algunos cuerpos de la Administración las convocatorias son muy estables, mientras que otras son más esporádicas. Lo más prudente es decantarse por cuerpos de los que haya un histórico de cierta regularidad y de las que haya una expectativa de que vuelvan a ser convocadas en un lapso de tiempo y con una cantidad de plazas razonables.
7. ¿Dónde van a destinarnos y con qué sueldo? Aprobar una oposición puede suponer en algunos casos un casi seguro cambio de localidad para el nuevo funcionario, al menos, en los primeros años. Resultará útil, por tanto, averiguar dónde están esas plazas a las que optamos. También conviene conocer de antemano los niveles retributivos en los que se mueve el cuerpo y plaza para los que nos estamos presentando.
8. ¿Cómo será el trabajo que realizaremos? Es un punto esencial, ya que en caso de conseguir la plaza es muy posible que pasemos muchos años de nuestra futura carrera profesional desempeñando esas tareas. Que sea un tipo de trabajo que nos guste y con el que nos sintamos cómodos será, por tanto importante. También será interesante averiguar qué opciones de desarrollo de carrera o de promoción nos puede ofrecer el puesto elegido.
9. ¿Hay un plan B? Preparar una oposición es una travesÃa por el desierto en la que no hay garantÃas de llegar al destino final. Por eso, cuando se aborda un proyecto de tal envergadura y dificultad conviene tener una alternativa en caso de que no se logre el objetivo. Una puerta cerrada puede significar otras que se abren. La preparación que brinda una oposición de cierto nivel y la capacidad de trabajo que demuestra quien la prepara concienzudamente son valores muy apreciados por la empresa privada. Asà que no está de más valorar esas otras oportunidades laborales que una determinada oposición nos podrÃa traer incluso en el caso de quedarnos a las puertas.
10. ¿Tenemos vocación de servicio? La perspectiva de “un sueldo fijo para toda la vida" suele ser una de las principales motivaciones para todo opositor. Sin embargo, siendo legÃtima y entendible, la estabilidad que proporciona convertirse en empleado público no deberÃa ser motivo suficiente para acometer una carrera en la Administración. Un funcionario es, ante todo, un servidor público, y sin temer una clara vocación de servicio será muy difÃcil que pueda llegar a sentirse realizado y tener éxito en su futura profesión.
11. ¿Estamos plenamente convencidos? Los sacrificios que implica preparar una oposición no permiten tomársela a la ligera ni hacer experimentos. Es un todo o nada que no admite medias tintas ni presentarse “a ver qué pasa". Es una tarea solitaria y a menudo ingrata que requiere una voluntad de hierro, mucha resiliencia y una alta capacidad de automotivación. Una aventura que solo es posible emprender desde un firme convencimiento y compromiso personal. Eso sÃ, si estamos convencidos, hay que ir a por ella. Porque también es muy grande la recompensa que nos espera.
Fuente: Comunicación CEF.-